Sebastián Lanza Trelles

Sebastián Lanza Trelles fue un marino tapiego nacido en el último tercio del siglo XVIII, que protagonizó una curiosa aventura en tiempos de la invasión napoleónica, cuando le fue confiada la misión de trasladar desde Cádiz a Galicia el metal que había de servir para acuñar los primeros maravedíes de Fernando VII que salieron de la fábrica de Xuvia. El profesor cangués D. José Moreira Pumar, experto en Historia Naval de la Ría de Vigo, rescató esta historia hace unos años al hallar documentos relativos al caso en el Archivo Histórico de Pontevedra y publicar una crónica en el Faro de Vigo (14/02/2010). Ese hallazgo me permitió conocer el suceso e investigar un poco más para salvar esta pequeña historia, de interés para nuestra villa por ser protagonizada por uno de sus vecinos.

Imagen de Cádiz en la época en que se desarrollaron los hechos.

Fueron numerosos los marinos tapiegos de la familia Lanza Trelles, familia que según tradición oral descendía de uno de los balleneros vascos fundadores de la villa que se establecieron en nuestras tierras en el siglo XVI. Los miembros de esta familia defendían que la estirpe de los Lanza, a la que pertenecía el marino que nos ocupa, tenía un remoto origen italiano, y que no todos los descendientes de balleneros que hoy conservan en Tapia el apellido Lanza procedían del mismo tronco, sino que en origen había dos familias distintas cuyos apellidos eran Lanza y Lancia que, con el tiempo, confluyeron en un único apellido con idéntica pronunciación y grafía. Pero durante siglos, en Tapia se distinguió entre «Lanzas» y «Lancías», adaptando uno de los apellidos originarios a la pronunciación tapiega de los diminutivos femeninos terminados en -ía. Pero todo esto no es más que tradición oral y en esta bitácora, como su nombre indica, nos interesan los hechos probados por la existencia de documentos.

No se debe confundir a este Sebastián Lanza que trasladó el cobre hasta Galicia con su propio hijo Sebastián Lanza Trelles, también marino, nacido en los primeros años del siglo XIX y que, por tanto, aún era niño cuando ocurrió la historia que vamos a referir; ni tampoco con su nieto, de idéntico nombre, apellidos y profesión. Aún habría otro Sebastián Lanza, hijo de este último (de segundo apellido Méndez de Piedra), que continuaría la estirpe dedicándose asimismo a la marinería. Todos ellos nacieron en el barrio de San Sebastián de Tapia.

Pero vayamos al meollo del relato:

Estando Sebastián Lanza en el puerto de Cádiz en el verano de 1811, cuando la ciudad estaba cercada por los franceses, recibe una orden de la Real Hacienda para trasladar una gran cantidad de cobre hasta Ferrol, para que luego la hicieran llegar a la Real Fábrica Nacional de Cobrería (conocida como la «Fábrica de Xuvia») donde se acuñaría la moneda. Era una misión complicada porque el país se encontraba en plena Guerra de la Independencia intentando liberarse del yugo napoleónico. Sebastián Lanza debía trasladar a bordo del bergantín La Concordia no solo el metal con que se acuñarían las monedas, sino también las máquinas troqueladoras que permitirían tal operación. Llevaba nada menos que dos mil sesenta y nueve quintales de cobre en lingotes, con los que se emitirían en los años sucesivos monedas de ocho, cuatro y dos maravedies.

La travesía fue lenta y enojosa, pues los vientos no les eran favorables y, después de un fatigoso viaje, se vieron obligados a recalar en el puerto de Vigo, que era el único seguro, ya que solamente esta ciudad se había liberado de las tropas napoleónicas: Vigo expulsó definitivamente a los franceses el 28 de marzo de 1809, convirtiéndose en esa fecha en la única ciudad libre del territorio español. Después de tres días de descanso, el capitán Lanza se disponía a zarpar de nuevo para culminar el último tramo de su misión cuando recibió órdenes del Gobierno Militar de Tui para que desistiera momentáneamente, pues en ese momento la situación de guerra no garantizaba el éxito del viaje. «La Concordia» había salido de Cádiz el 3 de agosto de 1811 y era ya día 31 cuando arribó al puerto vigués. El correo urgente de Tui llegó el día 3 de septiembre y este nuevo retraso supuso que nuestro paisano no pudo alcanzar el puerto de Ferrol hasta el día 19 de septiembre en que concluyó su misión tal como se le habia encomendado, no sin riesgo para su vida y la de su tripulación y pasajeros, así como para la seguridad del preciado cargamento.

El proceso de acuñación en la Casa de Moneda gallega se estrenó con el cobre que trasladó Lanza Trelles. Estas monedas se reconocen porque llevan la efigie de Fernando VII acompañada de una «J» de «Jubia», el nombre castellanizado del río Xubia, del que la fábrica tomó el nombre por estar situada en sus orillas, en el término municipal de Neda (A Coruña).

La Casa de Moneda de Xuvia empezó a funcionar como tal gracias a ese material, pues hasta el momento las monedas de Fernando VII se elaboraban en la fábrica de Segovia que había caído en poder de los franceses y que en ese momento se encontraba acuñando monedas con la efigie de José Bonaparte, de ahí que se habilitase una nueva fábrica en Galicia y se le confiase a Sebastián Lanza la misión de proveerle de máquinas adecuadas y metal para la acuñación. En realidad, la fábrica llevaba ya en funcionamiento desde 1803, pero hasta el momento se había dedicado a la fabricación de planchas de cobre para blindar los barcos. Con la invasión francesa se convirtió en fábrica de armas, y fue también, como hemos dicho, esta situación de guerra la que la obligó a reconvertirse en Casa de Moneda. Los primeros maravedíes de factura gallega se acuñaron en 1812, precisamente con el cobre que trasladó el marino tapiego.

El navío que capitaneaba Lanza, aunque fletado por la corona española, parece que era de nacionalidad danesa y se utilizaba con fines mercantes, tanto antes como después de los hechos que aquí se relatan. A bordo del barco, además del metal y las máquinas troqueladoras, iban también los operarios con los conocimientos necesarios para la labor de acuñación (fundidor, grabador, cerrajero, guardamateriales…), pues, como hemos indicado, en la fábrica de Xuvia se trabajaba el cobre, pero nunca se había dedicado a esta labor específica. También iban los funcionarios que se ocuparían de las distintas labores que conllevaba la puesta en funcionamiento de las instalaciones como Real Fábrica de Moneda (escribano, tesorero, contador, etc) y el propio funcionario que asumiría la dirección de la fábrica: D. Nicolás Lamas. En total, según el documento firmado por el ministro de Hacienda D. José Canga Argüelles, Sebastián Lanza trasladó en su barco a quince empleados nombrados a tal efecto, de los cuales conocemos su nombre completo, así como el sueldo que se les asignó por su trabajo.

Estas y otras historias semejantes de nuestros paisanos tapiegos pasan inadvertidas en muchas ocasiones porque en los documentos no aparece nombrada casi nunca nuestra villa, sino que, con suerte, aparece solo Castropol, del que durante mucho tiempo dependió Tapia administrativamente.

Para terminar, muestro alguno de los documentos que permiten reconstruir la historia:

  1. Solicitud de permiso para desembarcar la carga del bergantín La Concordia en Ferrol.
  2. Oficio del ministro de Hacienda que contiene la relación de operarios que se envían desde Cádiz para establecer una fábrica de moneda en Galicia.

Reales establecimientos de Xuvia (dibujo del libro de D. Justino Fernández Negral).

Agradezco encarecidamente al profesor cangués D. José Moreira Pumar las indicaciones adecuadas para poder investigar estos hechos y profundizar un poco más en la anécdota que él había publicado en Faro de Vigo.